lunes, 27 de diciembre de 2010

Las uñas

Uno de esos textos curiosos de Borges en donde hace referencia a su futuro descanso en la ciudad de Buenos Aires. Aparece en El Hacedor de 1960.

Las uñas
Dóciles medias los halagan de día y zapatos de cuero claveteados los fortifican, pero los dedos de mi pie no quieren saberlo. No les interesa otra cosa que emitir uñas: láminas córneas, semitransparentes y elásticas, para defenderse, ¿de quién? Brutos y desconfiados como ellos solos, no dejan un segundo de preparar ese tenue armamento. Rehúsan el universo y el éxtasis para seguir elaborando sin fin unas vanas puntas, que cercenan y vuelven a cercenar los bruscos tijeretazos de Solingen. A los noventa dias crepusculares de encierro prenatal establecieron esa única industria. Cuando yo esté guardado en la Recoleta, en una casa de color ceniciento provista de flores secas y de talismanes, continuarán su terco trabajo, hasta que los modere la corrupción. Ellos, y la barba de mi cara.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Borges al desnudo



Cada vez salen más y más libros de la vida de Borges, pero no como objetivo biográfico, sino como compilados de anécdotas. Anécdotas humorísticas, algunas no tanto, cuestiones sobre la vida de entrecasa de Borges, etc. Es una cuestión bastante rara esa pues ignoro qué interesante puede tener saber opiniones del autor. Lo más curioso de todo esto es que la gran cantidad de libros habidos surgieron tras la muerte de nuestro escritor. Muchas personas ayudan a que estas cosas se divulguen, incluso gente peleada entre sí como Kodama y Vaccaro. En estos libros hay un pathos característico: Las anécdotas de Borges son contadas como viniendo de parte del autor de El Aleph por ejemplo. Y como venimos repitiendo hace rato en este blog, nada más alejado de la obra de Borges que la vida de Borges. Una cosa es el hombre que escribió

Entre mi amor y yo han de levantarse
trescientas noches como trescientas paredes
y el mar será una magia entre nosotros.


a de aquel Borges que para sacarse de encima a un tipo molesto de Pehuajó le recitó una copla que empezó a inventar en el momento y que decía

En el medio de la plaza
del pueblo de Pehuajó
hay letrero que dice
"La puta que te parió"
.

¿Cuál es la diferencia entre ese Borges y el otro? El publico al que va dirigido esos libros. Esos libros son escritos especificamente para gente que ha leído a Borges hasta el cansancio y por eso busca a traves de las anécdotas una forma de conexión con la obra del artista que muestra su lado más "humano". En este enlace hay un adelanto que la revista Veintitrés publicó el viernes 3 sobre un nuevo libro de este tipo compilado por Mario Paoletti. Se llama "El otro Borges"

http://www.elargentino.com/nota-116872-medios-120-El-escritor-en-su-anecdotario.html

Lo más curioso de todo esto es que este libro va a ser editado por la reciente ex editorial histórica de Borges: Emecé. Que yo sepa, es la primera vez que esta casa editora publica un libro de estas características.

En un poema de su vejez pero que nunca fue publicado en libro alguno escribía sobre cuál de las ciudades que frecuentaba era el lugar donde moriría.

¿En cuál de mis ciudades moriré?

(...)

¿En Buenos Aires, donde soy casi un forastero, dado mis muchos años, o una costumbre de la gente que me pide un autógrafo?


Hoy por hoy me cuestionaría esa cualidad. Borges sigue siendo una parte de la ciudad muy importante. Todavía vivimos concentrando parte de la supuesta magia de la ciudad tomando como referencia los textos de nuestro escritor. Borges sigue siendo parte ineludible de la literatura, y del mercado literario también. No creo que a los lectores les importe saber qué hacía Borges después de escribir, sino que los mercados son los que quieren convencernos de inmiscuirnos en la vida privada de todo artista. Como ya se publicó todo lo que se podía publicar sobre J.L.B. desde el último volúmen de Textos Recobrados había que meterse en la vida privada.
Y esto sigue dando los mismos frutos.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Ultima voz a Buenos Aires


(Borges, Alvarez Debans, 2009)

La constante referencia a la muerte en la obra de nuestro escritor está más contemplada por la grandeza de haber muerto más que en la desdicha de dejar a nuestros seres queridos. Pero cuando la vida de Jorge Luis Borges empezaba a irse entre las incertidumbres que generaría su obra y sus derechos (el casamiento en Paraguay, la radicación definitiva en Ginebra), sus textos comenzaron a trabajar la muerte ya no como una amenaza ni como una postura heróica, sino como el signo de resignación ante el fatal destino, el único destino posible entre los vivos.
En el blog no nos vamos a poner a cuestionar sobre el mejor lugar de descanso eterno para Borges. Pero sí vamos a hacer referencia al último texto sobre una posible morada eterna en esta ciudad. Se llama La Recoleta y está editada en Atlas, de 1984.



LA RECOLETA

Aquí no está Isidoro Suárez, que comandó una carga de húsares en la batalla de Junín, que apenas fue una escaramuza y que cambió la historia de América.
Aquí no está Félix Olavarría, que compartió con él las campañas, la conspiración, las leguas, la alta nieve, los riesgos, la amistad y el destierro. Aquí está el polvo de su polvo.
Aquí no está mi abuelo, que se hizo matar después de la capitulación de Mitre en La Verde.
Aquí no está mi padre, que me enseñó a descreer de la intolerable inmortalidad.
Aquí no está mi madre, que me perdonó demasiadas cosas.
Aquí bajo los epitafios y las cruces no hay casi nada.
Aquí no estaré yo. Estarán mi pelo y mis uñas, que no sabrán que lo demás ha muerto, y seguirán creciendo y serán polvo.
Aquí no estaré yo, que seré parte del olvido que es la tenue sustancia de que está hecho el universo.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Borges y yo: un poema cubano

José Manuel Espino Ortega es un escritor cubano nacido en Colón hacia el año de 1966. Ha editado más de diez libros entre los que se cuentan Barco de sueños (1995), Rantés vive en la otra puerta (1996), Mapas del hijo pródigo(2001), Chico (2004), entre otros títulos.
El presente poema apareció en la selección Antología de la joven poesía cubana editada este año por la Biblioteca Nacional en sus muy curiosas ediciones de bolsillo. Habla de nuestro escritor con una visión original...




Borges y yo

Borges y yo nos soñamos en un tiempo quizás ido,
zozobrantes por el ruido de la lluvia y sus reclamos.
Borges y yo nos odiamos en páginas casi muertas, tomando
rosas inciertas del jardín que bifurcaba.
Borges y yo ante la aldaba de alguna ciudad sin puertas.
El que fue esa lluvia de oro, daba sus palos de ciego: Chuang Tzu, mariposa luego, Ulises sin más decoro que aceptar su propio azoro, la llanura, el asesino, una estatua en el camino, entrampamientos de cal, el tigre vasto y fatal, su marasmo
repentino.
Yo le busco en la escritura, tardía forma en que asoma y se
escapa en la paloma dejándonos la espesura.
Yo le busco en la blandura de Buenos Aires, traduzco su pecho lujoso, brusco entre imágenes macabras, malabar de las palabras. Yo le busco. Yo le busco.
Borges y yo / larga ausencia.
Borges y yo / torpes ojos.
Borges y yo / qué cerrojos.
Borges y yo / cuál demencia.
Borges y yo / vil dolencia.
Borges y yo / un ajedrez.
Borges y yo / su avidez.
Borges y yo / fiero puño.
Borges y yo / fiel rasguño.
Borges y yo / desnudez.
Él pedía alguna gracia, soplaba el viento de averno y era Borges tan eterno, tan Borges, tan su falacia. La intemperie que se espacia lo vuelve un ciego perfil, lo confina a un tiempo hostil que llamarán la memoria, como lluvia provisoria
rompiéndose en el cantil.
Yo fui aquel pez de Agrigento y el hombre que lo recuerda, la cicatriz a su izquierda, el mar temeroso, lento; el tajo en la noche, aliento del azul en su impostura, para amansar la locura el naufragio por estampa, digamos que fui una trampa, ficciones, literatura.
Borges y yo, la sospecha de transcurrir en los días repasando
melodías con el alma más deshecha.
Borges y yo, siempre acecha si el organillo prohíbe. No sabemos ya quién vive o quién muere de los dos, mas descubrimos a Dios que sin ojos nos reescribe.

jueves, 21 de octubre de 2010

Los derechos de Borges

Ultimamente el blog se ha añadido otra faceta partícular: La idea de acercar a Borges como contrapartida a la tan difundida axioma de que nuestro artista es un escritor-para-unos-pocos. Quizas por ese mismo motivo me veo no obligado pero sí en la necesidad de querer mostrar mi absoluto desacuerdo con la venta de los derechos totales de los más de 50 libros de Jorge Luis Borges a manos de su albacea y viuda, María Kodama, a la editorial Random House Mondadori por la suma de U$S 2.000.000, aprovechando para eso la Feria del Libro de Frankfurt. Si quieren ver más detalles de esa transacción, les dejo este link para que lo lean.

http://www.cronista.com/notas/248598-por-dos-millones-euros-la-obra-borges-cambia-editorial-emece-random-house-mondadori

No es que me afecte en particular la decisión de Kodama. Tampoco creo que la editorial Random House Mondadori tenga derechos a tener los derechos de Borges (valga la redundancia), pero lo que más me afecta, es que todo esto sea simple consecuencia de la economía. Mondadori ofrecio 700.000 dolares más que Emecé, (editorial que publicaba desde 1970 las obras de Borges) y con eso convenció a Kodama. Estamos hablando solamente de plata. Solo eso fue suficiente para dejar de lado algo tan tradicional en el mercado editorial argentino, asociar a Emecé con Borges.
¿El dinero efectivamente va a hacer más famoso a Borges o va a hacer más rica a Kodama?
Cuando leía esta noticia no puedo dejar de sentir cada vez más apego a la idea de que la obra de Borges debe estar bajo dominio público. No hay motivo para negarse a esa propuesta. Sinceramente en estas situaciones no me importa saber qué hubiese dicho Borges. Quizas sería alguna ironía. A lo que me refiero es que la obra de Borges abarca mucho de nuestra vida literaria, sobre todo para los que amamos la literatura como una forma de protección ante los embates de la vida. La obra de Borges permitió pensar a la Argentina desde un lugar particular. La obra de Borges permitió que la literatura argentina siga expandiéndose, permitiendole sobresalir más allá de los límites geográficos.
No hay motivo para negarse. La literatura es más que una suma de papel y lapicera. La literatura no es el negocio económico que se esconde detras de los derechos de Borges.
Lo que me indigna es que en este tipo de transacciones, la literatura se reduzca a una mera cifra capitalista, manejada por los intereses mezquinos de los que negocian.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Otra vuelta de tuerca



La creación original de este blog debe ser repetida. Este blog se creó como consigna de un trabajo práctico en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires hacia agosto o septiembre de 2008. El tema era elegir Buenos Aires y algo relacionado con los usos de la tecnología de la web 2.0. Esto es, la inserción de videos, audios, textos que aparecieran en internet e introducirlos en nuestro blog según convenga con el tema que nos proponíamos. Escogimos Borges y Buenos Aires porque hay gran cantidad de menciones a esta ciudad en la obra de nuestro bardo local. Sin embargo, y esto es lo que quiero dar cuenta hoy, a veces la mención recurrente a este objetivo (el de dar cuenta de Borges y Buenos Aires en la web 2.0) a veces puede tener límites. Y en este sentido, nuestro blog llega a los límites de su inspiración. Por lo que me planteé una pregunta: irnos más allá de nuestro tema o cerrar el blog. Decidimos la primera opción pues permite ir más allá de lo que queremos. La difusión de la obra de Borges es necesaria para que todos podamos apreciarla y aprender de ella sin pretextos varios sobre la "dificultad" de su lectura. Por eso recurriremos a citas de textos que nos parezcan relevantes, anecdotas de su obra, de su vida mientras lo amerite para su obra(eso no vamos a cambiarlo nunca: una cosa es Borges y otra muy distinta es su obra), etc.
Por lo tanto, si decidimos tratar con otros aspectos de la obra de Borges en su totalidad es porque el merito de llevar a Borges lo requiere. Matrix de datos no se va, apenas se renueva un poco. Es otra vuelta de tuerca a su objetivo principal.

jueves, 16 de septiembre de 2010

El segundo Borges

Cuando Macedonio Fernández murió, Borges expresó ante su tumba palabras que expresaban el enorme respeto y cariño que sobre el profesaba. Lo llamó filósofo, novelista y poeta. En este caso no es prioritario acercarnos a esas palabras pero sí para la definición que da Borges de poeta. Dice: "Poeta es el hombre que ha aprendido las reglas de la métrica (o que las infringe, ostentosamente) y que sabe, también, que puede versificar su melancolía, pero no su envidia o su gula, aunque tales pasiones sean fundamentales en él". Estas palabras fueron dichas hacia 1952.

Hacia 24 años que nuestro poeta no publicaba un libro de versos. Y debimos esperar 8 años más para que en "El Hacedor" encontremos nuevos poemas. Y solo en 1964 Borges editó un nuevo libro enteramente de poesías: "El otro, el mismo". Sin embargo, en "El Hacedor" encontramos los rasgos de un nuevo Borges. Ya no veremos a ese joven y primigenio Borges que en sus composiciones buscaba darle a Buenos Aires el matiz de lugar que re-descubre y al que intenta justificar con una mitología partícular. Este es un Borges anciano y ciego que encuentra en la nostalgia una forma de cantarle a Buenos Aires, pero también una forma de reencontrarse con sí mismo.
El primer poema en donde encontramos esa nostalgia es "Alusión a una sombra de mil ochocientos noventa y tantos" que al querer encontrar a Muraña vislumbra brevemente como era Palero, el Palermo que conoció.

Palermo era más bajo. El amarillo
Paredón de la cárcel dominaba
Arrabal y barrial. Por esa brava
Región anduvo el sórdido cuchillo
.
(Alusión a una sombra de mil ochocientos noventa y tantos, El Hacedor, 1960)

Pero el primer poema clave de esta segunda y definitiva poesía de Borges respecto a la ciudad de Buenos Aires es uno breve llamado "Mil novecientos veintitantos", donde con melancólica litaratura relata esas observaciones que había anotado en la entrada anterior. La historia como justificativo de la creación de la mtología y la mitología de Palermo misma.

El universo, el trágico universo, no estaba aquí
Y fuerza era buscarlo en los ayeres;
Yo tramaba una humilde mitología de tapias y cuchillos

(Mil novecientos veintitantos, El Hacedor, 1960).

Aquí podemos encontrar un quiebre en la obra de Borges. La melancolía de la ciudad que no es, contemplada desde los ojos apagados del poeta ciego, hacen mas presente en su mente la carne de sus recuerdos. Los sitios todavía están allí, intactos. La ciudad pretérita, la ciudad que él ha conocido es la que pasea en las hojas de su poesía a lo largo de esos 25 años de segunda etapa poética. Decenas de poesías muestran esa nostalgia, ese vívido recuerdo. Como también algunos fragmentos de su prosa. En su libro de conferencias Siete Noches editado en 1978 Borges dice:

"Si yo pienso en Buenos Aires, pienso en el Buenos Aires que conocí cuando era chico: de casas bajas, de patios, de zaguanes, de aljibes con una tortuga, de ventanas de reja, y ese Buenos Aires antes era todo Buenos Aires. Ahora solo se conserva en el barrio Sur; de modo que sentí que volvía al barrio de mis mayores"

Fragmentado en versos dice lo mismo en su poema "La fama"

Haber visto crecer a Buenos Aires, crecer y declinar,
Recordar el patio de tierra, el zaguán y el aljibe.

(La fama, La cifra, 1981)

La evocación de esa ciudad está presente en los poemas cargados de largas letanías. Asi podemos encontrar una veintena de imágenes en su poema "Buenos Aires" publicado en Elogio de la sombra; en otro poema titulado "Buenos Aires" pero de el libro La cifra; una decena en "La Recoleta", publicado en Atlas.
Ese Borges, posiblemente encontrando en el pasado su escencia, prefiere cantar aquello que ha sido, aquello que le pertenece. Eso que hace a su piel de autor.
Efectivamente, las palabras de aquel Borges que le hablaba a su amigo Macedonio, se las diría años después a sí mismo cuando en el fragor de su vejez y su ceguera, la ciudad que tanto amó también era parte de su pasado. El motivo del poeta fue hacerla perdurar.

martes, 7 de septiembre de 2010

El primer Borges

Siempre es recurrente hablar de Borges y tomar como ejemplo de su literatura el breve texto de "El Hacedor", Borges y yo, en donde disgrega cuáles son aquellas características de aquel que escribe, el Borges escritor, del Borges persona. Sin embargo, ¿es posible encontrar dos visiones de Buenos Aires en la poética de nuestro autor? Esa pregunta a mi parecer tiene una respuesta afirmativa, aunque estrechamente relacionadas una visión con la otra.
Borges tiene dos visiones de su ciudad debido a que a medida que envejecía, tambien la ciudad lo hacía. Él se había críado en Palermo. Esa revelación del mundo cuchillero que aparecía más allá de los anaqueles de su biblioteca sigue y siendo parte importante de su obra.
Hay dos Borges en su poesía respecto a la ciudad de Buenos Aires. Uno surgido con la juventud, más vinculado a corrientes estéticas en boga como el ultraísmo. El conocer su ciudad, o mejor dicho, el redescubrir su ciudad a la edad en que sus primeros textos van siendo publicados muestra en el poeta joven una fascinación particular. El mundo y el submundo de su Buenos Aires debía ser mostrada bajo el tamiz de la poesía pero también documentarla como en el caso de Evaristo Carriego que más que una biografía del poeta entrerriano busca encontrar la mitología de su barrio.

Ese primer Borges abarca casi un lustro de producción. Desde Fervor de Buenos Aires hasta Cuaderno San Martín, es decir, de 1923 hasta 1928. El segundo Borges comienza cuando vuelve a públicar poemas en formato de libro con la edición de El Hacedor hasta Los Conjurados, o sea, de 1960 a 1985.
Hoy nos encargaremos de ese primer Borges. El Borges poeta venido de Europa y que se había enriquecido de poemas y corrientes poéticas.
Es sabido que el primer libro de Borges iba a ser un breve corpus llamado Los himnos rojos que eran versos dedicados a la naciente Revolución Rusa. Sin embargo decidió abandonar ese proyecto aunque algunos textos habían quedado. Este proyecto fue escrito bajo la corriente poética del ultraísmo, corriente contraria al Modernismo de Lugones o Darío al que catalogaban de "recargado de adorno y sin sustancia". Estamos hablando del año 1921. Ese Borges que ha vuelto con su familia a la Argentina y sobre todo a Buenos Aires. Encontrar en Buenos Aires como dije en otro momento fue encontrarse con lo más parecido que las mitologías anglosajonas le habían dado: la posibilidad de encontrar héroes. Borges encontró a una ciudad que respiraba historia en todos lados. Borges vió a Buenos Aires con los ojos de un turista, con los ojos de la literatura. Desde ahí en adelante, sería la piel de sus poemas y por los que encaro su primer proyecto poético: Fervor de Buenos Aires. Luego le siguieron otros libros en donde con mayor o menor suerte Borges buscaba mostrar su argentineidad, su pertenencia a su tierra.
Ese poeta jóven buscaba referencias para escribir sobre su ciudad en ambitos específicos y hechos específicos. Aparece desde la Plaza San Martín:

¡Qué bien se ve la tarde
desde el fácil sosiego de los bancos!
Abajo
el puerto anhela latitudes lejanas
y la honda plaza igualadora de almas
se abre como la muerte, como el sueño.

(Plaza San Martín, Fervor de Buenos Aires, 1923)

Otros puntos son las calles, los patios, el jardín,el truco. Sorprende por la curiosidad la aparición de la carnicería:

Más vil que un lupanar
la carnicería rubrica como una afrenta la calle.
Sobre el dintel
una ciega cabeza de vaca
preside el aquelarre
de carne charre y mármoles finales
con la remota majestad de un ídolo
.
(Casi juicio final, Fervor de Buenos Aires, 1923)

Fervor de Buenos Aires se adivina como el espacio en donde poeta inquiere sobre su destino amoroso y literario. Hay momentos de esplendida lucidez como en Despedida cuando dice

Entre mi amor y yo han de levantarse
trescientas noches como trescientas paredes
y el mar será una magia entre nosotros.

(Despedida, Fervor de Buenos Aires, 1923)

Los otros dos libros sobre los que ubicamos esta primera faceta de Borges poeta en Buenos Aires ensayan los esbozos de esa mitología que urde en Evaristo Carriego; esto aparece sobre todo en Cuaderno San Martín desde su inicio con "Fundación Mitológica de Buenos Aires" al que después cambiaría por "mítica".

La mayoría de estos poemas, invocan a la historia, o a las voces del pasado para que hablen. La voz del pasado es una cita de autoridad cuando se busca juzgar algo en partícular. En Borges esta cualidad no es desdeñable. La historia aparece por los rincones cuando no son las voces invocadas las que hablan.

Así, en su poema "Muertes de Buenos Aires" encontramos a las históricas clases sociales divididas por cementerios, aunque Borges diga que esta división es "imperdonablemente" exagerada. "Elegía de los portones", "El Curso de los recuerdos", "El Paseo de Julio", etc. son poemas que siguen con esa singular característica. Habla la historia. El poeta, como ser sensible ante las voces poderosas, no hace sino que transcribir. Esta transcripción no esta exenta de fascinación por lo que ve. Para Borges la ciudad sigue siendo, en su juventud, la Itaca en donde poblar sus obsesiones, sus fantasías, su mitología.
Hay un poema de esas épocas que puede resumir esta primera faceta de Borges.

Se llama "Casi juicio final" y es de Luna de enfrente.

Mi callejero no hacer nada vive y se suelta por la variedad de la noche.
La noche es una fiesta larga y sola.
En mi secreto corazón yo me justifico y ensalzo: He atestiguado el mundo; he confesado la rareza del mundo.
He cantado lo eterno: clara luna volvedora y las mejillas que apetece el amor.
He conmemorado con versos las ciudad que me ciñe y los arrabales que me desgarran.
He dicho asombro donde otros dicen solamente costumbre.
A los antepasados de mi sangre y a los antepasados de mis sueños he exaltado y cantado.
He sido y soy.
He trabado en firmes palabras mi sentimiento que pudo haberse disipado en ternura.
El recuerdo de una antigua vileza vuelve a mi corazón. Como el caballo muerto que la marea inflige en la playa, vuelve a mi corazón.
Aún están a mi lado, sin embargo, las calles y la luna.
El agua sigue siendo dulce en mi boca y las estrofas no me niegan su gracia.
Siento el pavor de la belleza; ¿quién se atreverá a condenarme si esta gran luna de mi soledad me perdona?

(Casi juicio final, Luna de enfrente, 1925)

domingo, 4 de julio de 2010

Otro Borges, otra ciudad



Serrano, Bulnes, Quintana, Pueyrredon, México, Garay, Plaza San Martín, Cafe Tortoni, Guatemala, Serrano, Paraguay, Gurruchaga...Todos estos lugares siempre son nombrados cuando se quiere hacer referencia a la relación partícular entre Borges y Buenos Aires. Contados ensayos refieren y mezclan en todos esos datos los lugares nombrados en la ficción junto con los lugares que el mismo J.L.B visitaba durante su vida en la ciudad. Sin embargo, a medida que leo y releo los lugares que se nombran esta esa particularidad que se repite en la gran mayoría de los textos. La mezcla entre su obra y su vida. Como si los Borges que aparecieran fueran el mismo.
El objetivo de esta entrada es la de tomar a cuatro textos que hagan referencia a Borges y a Buenos Aires. El corpus estará compuesto por "Borges y Buenos Aires" de Rolando Costa Pizano, publicado en el número 5 de Prisma en el año de 2008; "Buenos Aires por los caminos de Borges" de Martín Zubieta publicado en el sitio La Ventana en mayo de 2002; "La entraña de mi alma" de Pablo de Santis, publicado en la revista Viva en febrero de este año 2010 y "El Buenos Aires que Borges amó" de María Esther Vázquez del 10 de junio de 2006 en la revista de cultura Ñ.
Vayamos uno a uno:
Costa Pizano, tomando acaso aquel precepto de James Joyce en donde decía que todas las obras de un escritor forman parte de una misma obra integradora, reduce todos esos lugares que Borges ha nombrado o escrito o andado como parte de una misma obra. Piensa que la escencia borgeana que encontramos en los grandes poemas que escribiera en la vejez tiene sus primeras apariciones en "Fervor de Buenos Aires", es decir en el primer libro que escribiera. Quizas aca no es importante lo que Pizano detalla en el ensayo referido pues hace una disección de versos o de líneas escritas que muestran un Borges maduro en sus primeros textos (cosa que pongo en duda)pero lo que destaco es ese uso de lugares reales y de lugares usados para la ficción como parte de una obra y no de una vida. Mezclar los tantos es entender mal ese uso de la ciudad en los libros de Borges. No hay una diferenciación entre una y otra, cosa que creo necesario difierenciar no solo en él sino también en el respetadísimo escritor Pablo de Santis.
En su texto habla de dos ciudades alternadas de Borges: Una, "la de amores contrariados (las esperas en esquinas y confiterías de un Borges siempre enamorado)" y otra, "la ciudad de las caminatas y la amistad." Habla de la vindicación que Borges le ha dado a Palermo toda la vida. Cito: "A Borges se lo celebra sobre todo en Palermo, donde Serrano usurpa, por algunas cuadras, su nombre. Hay varias razones para esta insistencia: allé vivió su familia a partir de 1901, en Serrano 2135; y él mismo enumeró las calles de su manzana en un poema famoso y le cantó a los compadritos que abundaban en las orillas del arroyo Maldonado (que hoy corre secreto, bajo la avenida Juan B. Justo)". En esta cita esta parte de esa escencia porteña que de Santis cree encontrar en la obra y en la vida de Borges. Cuestión que nadie duda ni cuestiona pero que a mi parecer no se debe mezclar. Sigue nombrando y mezclando lugares llegando a usar a veces ejercicios estilísticos al estilo de Borges (ejercicio que no se si habré copiado involuntariamente en este blog en algún momento): "Otros sitios que aparecen en su vida y en su obra: el zoológico de Palermo, donde conoció a los repetidos tigres; la confitería La Perla del Once, donde se reunía con Macedonio Fernández, y donde planearon una novela colectiva e infinita; la Recoleta, que representaba la pudorosa muerte criolla frente a la muerte gringa, que era la Chcarita (...); la Plaza San Martín, tan cerca de su departamento de la calle Maipú, donde vivió más de cuarenta años junto a su madre, Leonor Acevedo. Hasta allí llegaban (recuerda María Esther Vázquez) las campanadas de la Torre de los Ingleses (hoy Torre Monumental, joya de plaza Fuerza Aérea Argentina) que agobiaban su insomnio". El recurso de la letanía larga, el uso de palabras típicas del acento de Borges (repetidos tigres, insomnio, numerosas, infatigable...)ven en de Santis como una especie de intermediario para dejar ilustrar la voz de nuestro escritor. Nuevamente creo que la empresa requerida (palabra borgeana, lo sé) ha sido infructuosa.
Martín Zubieta incurre en los mismos lugares comunes. Toma ese precioso soneto titulado "Buenos Aires, 1899" como ejemplo. Pero lo mas caracteristico (más alla de esos lugares comunes) de este texto es que dice que a Borges lo fascinó la vida del compadrito para luego armar una "mitología barrial" de "guapos,orilleros, esquinas y rincones(...)". Hay que recordar que cuando Borges llega nuevamente a Buenos Aires tras pasar parte de su adolescencia en la ciudad de Ginebra, venía de leer en Europa todas las mitologías nórdicas y anglosajonas. El símbolo del valor que encontró en Buenos Aires que se asemejaba al de esas mitologías eran justamente los compadritos o cuchilleros que miraba desde las balustradas de su casa en Palermo. Borges no mira a los cuchilleros con los ojos de asombro sino que los mira con ojos concretos de turista, o mejor dicho, con ojos de literatura. Por eso, esa temprana fascinación vislumbrada sobretodo en esos primeros libros que Borges quiso reeditar.
María Esther Vázquez, por ultimo y para decirlo en breves palabras, es la única que entiende la diferencia entre el Borges de la literatura y el Borges real. En su texto refiere varias anécdotas que vivió al lado de él en la ciudad. Salvo una mínima mención al "primer puente de Constitución" que reifere en "Mateo XXV, 30", el resto de la nota infiere en esa costumbre de J.L.B de hacer largas caminatas en la ciudad. Comienza con una referencia a esas calles que habla en esos primeros poemas, luego ensaya una breve historia del barrio de Palermo para luego adentrarse en los distintos lugares que acostumbraba Borges en diversas tareas como por ejemplo en la época en que realizaba las pegatinas para la revista-mural Prisma, hacia 1922. Dice Vázquez: "Empezaban por Santa Fe, frente a la Plaza San Martín, hasta Callao, y seguían pegando cada diez metros hacia el sur por Entre Ríosy, al llegar al México, doblaban a la izquierda y su viaje terminaba en el número 564, donde brillaba la chapa de bronce de la antigua Biblioteca Nacional, que treinta y tantos años después sería el reino laberíntico de Borges".
El texto se centra sobre todo en las largas caminatas que nuestro escritor ha realizado a lo largo de cuatro décadas. Este texto toma a la relación de Borges con Buenos Aires como la relación de un escritor con la ciudad que no deja de sorprenderlo. Esa continua sensación la tendría siempre. Sólo Vázquez de entre los autores escogidos toma a esta división entre vida y obra como algo especial.
Los lugares que se han nombrado al principio del texto se mezclan y generalmente ninguno de los lugares que se nombran en su vida aparecen en su obra, y viceversa, a excepción de la Biblioteca Nacional y en alguna medida la Plaza San Martín. La ciudad de Buenos Aires le ha dado las características especiales para poder dar rienda a su mitología de bravos y compadritos.
Respecto a este tema y la diferenciación de una ciudad de Borges y otra literaria, conviene citar las siguientes palabras que Borges dictó en una conferencia hecha en Madrid el 24 de abril de 1973: "Tengo opiniones políticas que he definido siempre; soy conservador, soy hombre de la revolución de 1955. No he sido nunca nacionalista, no soy antisemita, no soy comunista, no soy nazi, etc. Pero eso no tiene nada que ver con lo que yo escribo. Yo no aspiro a escribir fábula, ya que la fábula quiere enseñar algo a alguien. Yo mismo no estoy seguro de poder enseñar a nadie, ni siquiera a mí mismo.". En esta cita se hace una diferenciación clara entre él y su obra. ¿Por qué es factible pensar que la Buenos Aires que él ha caminado sea la misma de sus obras? Respecto a esto, refiero la siguiente cita aparecida en esa revista Ñ de donde saque las referencias al texto de María Esther Vázquez. El autor es Jorge Fondebrider. Dice: "Ramón Gómez de la Serna, después de leer "Fervor de Buenos Aires" se preguntó si ese Buenos Aires de Borges existía, pregunta que ya había sido contestada con Enrique Díaz Canedo cuando señaló que el Buenos Aires de Borges es suyo sólo". A propósito de otro libro de Borges, Leopoldo Marechal decía que con las calles, los patíos o las casas, había "fabricado un pequeño universo".
La obra de J.L.B. tiene en Buenos Aires ese espacio en el que se ha vivido, escrito, imaginado y depositado toda su obra. Y ahí radica el error de la mayoría de los ensayistas: creer que todo eso lo vivió una sola persona. Era otro Borges el de la ficción; es otra ciudad llamada Buenos Aires.
Inevitablemente esta confusión es el triunfo de la literatura por sobre la vida.

martes, 11 de mayo de 2010

La obra de Borges


Esta entrada a diferencia de otras no me permite relacionar lo que voy a decir con la ciudad de Buenos Aires con la obra borgeana. Pero creo que por lo menos (para mi) es necesario mostrar el panorama en el cual se muestra el debate sobre las críticas tan seguidas que se le hicieron a María Kodama respecto no solo a la obra de Borges que permanece en sus manos sino tambien en la difusión de ciertos detalles públicos sobre él que no hacen ni a su obra y ni siquiera a su biografía.
Cuando se realizo la bienal Borges-Kafka en la ciudad de Buenos Aires, acaso con afan publicitario, Kodama realizó una serie de entrevistas a distintos medios respecto a la seguida corriente de críticas a la que es expuesta debido a una serie de textos que ha editado como además de los continuos juicios que inicia ante supuestas difamaciones. Las más llamativas, al menos para mí, fueron dadas a Veintitres (entrevista que fue nota de tapa) y a Para Tí. Los temas de ambos fue basicamente el mismo, mostrar a Borges desde lo íntimo, desde el ambito privado, sus gustos musicales, anecdotas, etcétera. Más allá de algunas cosas curiosas (omitiré mi opinión respecto que a Borges le gustaba Pink Floyd sencillamente porque no hace al blog ese supuesto "gusto")se volvió a hablar sobre los derechos de la obra del amigo Jorge Luis.
Destaco esta declaración de Kodama a Para Tí: "Dediqué mi vida a Borges. Y 23 años después de muerto, yo sigo con él. Son ellos los que quieren usurpar: si la obra de Borges estuviese en sus manos la habrían vendido al mejor postor. Yo soy un espejo de su odio y su resentimiento: vuelcan en mi lo que ellos tienen, y ven en mi lo que son. Ergo: se detestan. Cuando me dicen la Yoko Ono de la literatura me da una infinita pena. Demuestra su machismo y su xenofobia. (...) Si se lo traslada a la historia, la conclusion es que se está contra lo diferente, que es justamente la contradicción absoluta de lo que fue Borges. (...) Ellos no pueden soportar la libertad del otro y que, además, yo no haya sido alguien que pudiera manejar"
Lo dicho por ella no deja sino alguna inquietud por lo menos de parte del que escribe. ¿Quién es el mejor capacitado para manejar la obra de Borges? ¿Un hombre como Alejandro Vaccaro que ha sido denunciado por Kodama de querer vender 23 falsos textos manuscritos de Borges en España? ¿O Kodama, quién ha publicado los libros que Borges no quería reeditar ("El tamaño de mi esperanza", "Inquisiciones", "El idioma de los argentinos") y luego edita libros con los textos dispersos a lo largo de 70 años de producción borgeana?
Es muy simple preguntarse qué haría Borges en una situación similar. Pero indagando en su obra, pero también en el amor declarado a la literatura quizas la respuesta no sea tan difícil de encontrar. Sabiendo que Borges era aquel que se jactaba más de lo que leía que de lo que escribía y de que la literatura no era para él un asunto menor, quizas convenga que la obra permanezco bajo dominio público, no solamente para evitar todo este tipo de rencillas judiciales que dejan horribles sabores de boca no solo para los litigantes como también a los lectores, sino que de ese modo el acceso público a la obra del autor que más ha contribuido a la literatura argentina permitiría abrir un abánico de perspectivas positivas para el futuro de la sociedad y de la literatura misma.
Ni Kodama, ni Vaccaro o "Ellos" como la viuda dice son, creo yo, ejemplos para llevar adelante ese tipo de responsabilidad que es el de cuidar una obra entera de un autor. Entiendo y valoro la creación y los proyectos de la Fundación Internacional Jorge Luis Borges, pero eso no hace sino limitar la literatura que nuestro autor ha creado a un grupo de personas que sí puede leerlo sea por gustos literarios formados o por condición económica saludable. Pocos lugares como internet permiten el acceso a la obra de Borges (en su mayoría). En ese acceso debe radicar el principal objetivo de aquel que tenga los derechos de autor de un escritor extinto: la posibilidad de acercar a los que no pudieron ni pueden del mejor modo el registro de una literatura. Por estas limitaciones (económicas acaso, políticas acaso) se sigue considerando a Borges como un escritor "difícil". Dudo mucho que él sea un escritor de ese rango, sino que el acceso a sus libros es complejo pero no imposible de llevar. Una reforma de ese tipo puede llevarse a cabo tranquilamente; luego, los recuerdos, las intimidades de el escritor, colmaran páginas de revistas debidamente a su antojo.
Porque el acceso a su obra es necesario, no a sus intimidades.

martes, 23 de marzo de 2010

"Borges por él mismo": un disco

En alguno de los primeros posts que publicamos en este blog hemos puesto una referencia a una serie de grabaciones que Borges realizó en 1967 para un disco llamado "Borges por él mismo". Eran 18 poemas que incluían unos muy antiguos como "El General Quiroga va en coche al muere" como algunos muy breves como "Le Regret D'Heraclite" de apenas dos versos.
En ese link estaban a su disposición la pagina de la Fundación Internacional Jorge Luis Borges que dejó los audios de ese mismo disco. Ese Long play de casi 45 minutos se editó en 1967 como ya dijimos pero hubo posteriores reediciones, incluso hubo una en cd de hace casi 3 años. Pero hoy se encuentra totalmente descatalogado.
Quizás no sea nuestro animo el dejar discos descatalogados, para eso se encarga el que a mi juicio es el mejor blog musical de toda latinoamérica, administrado por Danito losquenoseconsiguen.blogspot.com pero lo que sí queremos hacer es dejar este trabajo muy difícil de conseguir de nuestro amigo Borges ya no tanto para que sea escuchado desde una maquina sino para que se pueda conservar en los formatos que se desee.
Este es el link de acceso a ese disco

http://freakshare.net/files/rmjs4q0s/BorgesElMismo.rar.html

Aca hay algunas portadas que tuvo ese disco






Por último, una anécdota que le ocurrió a Borges y a el productor de este disco, el notable poeta y librero Héctor Yánover. Se cuenta que desde un principio Yánover quería incluir en el LP el poema "Fundación Mítica de Buenos Aires", del que ya hablamos en otra ocasión. El se lo propuso a Borges y él lo rechazó diciendo que no valía la pena recitar un poema tan viejo, que no le iba a gustar a nadie, etc. Pasaban los días y Borges seguía rechazando la propuesta de Yánover. Cuando fue el día de la grabación,porque el disco se grabó en un solo día, Yánover se le acercó a Borges y le dijo: "¿Sabe por qué le pedí el poema, Borges? Me lo pidieron de la grabadora" Lo cual era mentira. Borges, entonces, recapacitó y le dijo: "Ah, mire, yo de esas cosas no entiendo, así que mejor se lo grabo".

Disfrutenló.

lunes, 15 de marzo de 2010

Borges y Macri

Decidido a querer dar cuenta de todo aquello que relacione la obra de Borges y la ciudad de Buenos Aires, me veo en la obligación de escribir sobre un proyecto que se ha llevado a cabo hace dos semanas por iniciativa del Ministerio de Cultura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que es la de llevar varios libros de J.L.B. a 15 cafés de importancia. La propuesta, llamada “Yo leo en el bar”, presentada por el Ministro de Cultura, Hernán Lombardi, la viuda y albacea literaria de Borges, María Kodama y la actriz Ingrid Pellicori, quien se encargo de recitar poemas, tiene el objetivo de alcanzar estos textos a la población desde los espacios públicos.
En esta dirección podrán ver la noticia con la respectiva cantidad de libros escogidos y los cafés en donde se encuentran.

http://www.buenosaires.gov.ar/areas/cultura/al_dia/lectura_bar_10.php?menu_id=20277

En un principio, tomando en cuenta el simple hecho de la noticia, es decir, promocionar la obra de Borges (bastante promocionada ya) en los cafés para “acercarla” a la población, uno podría comentar con absoluta inocencia: “Está bien, llevar los libros a un espacio como un café, donde pasa mucha gente, que en vez de leer el diario leen algún poema o algún ensayito”. Pero situándonos en un aspecto social, incluso político, llevar la obra de Borges solamente a los cafés ofende a Borges desde el placer mismo de leer. Un lugar como un café es de estadía breve, es un centro de distensión de las obligaciones laborales y sociales, para luego (repuesto) volver a insertarse en el sistema al cual está transitando. La lectura, el ejercicio de la lectura y el placer que genera la lectura requieren de un esfuerzo particular. Comprender, por ende, la obra de Borges no va a llevar el tiempo que requiera un capuchino o comerse un tostado. La lectura requiere de espacios de concentración como una biblioteca. Pero para eso están afortunadamente las buenas cantidades de bibliotecas en la ciudad de Buenos Aires. Llevar a un café la obra completa de Borges implica pensar que en algún momento llevarán estos textos a un spa o a un gimnasio. Hace un par de años hubo una iniciativa del Estado para llevar a los estadios cuentos de fútbol de Osvaldo Soriano, Roberto Fontanarrosa o Eduardo Sacheri. Duró un solo campeonato.
El llevar adelante proyectos culturales implica llevar además una coherencia especial. En una institución como el gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, un proyecto cultural debe necesariamente abarcar a toda la población porteña para su realización. A mí me toca cruzar la ciudad y puedo asegurar (están los comentarios para decir si están de acuerdo o no) que cada vez hay menos personas en los cafés: o sea, sólo una mínima parte de los millones de habitantes de la ciudad tienen ese acceso a leer. Si lo leen, bienvenido sea. El actual gobierno de Mauricio Macri , aparte de llevar con sincero fracaso todo lo que se propone, tiene problemas muy graves en el aspecto cultural, de los cuales el Teatro Colón y el Complejo Cultural San Martín son ejemplos claros. El acceso a una cultura musical o literaria tiene que estar limitado a todos los habitantes, repito. Y a nadie más que ellos. El principal, o uno de los principales problemas de Macri, desde la cultura es el tema Educación (Sí, la educación es cultura), con los constantes y justificados paros docentes por un mejor salario y una mejor educación para los chicos, para así prevenirlos de todo aquello que los medios de comunicación quieren inculcar con afán de mercado. A esos chicos, los maestros no van a poder otorgarles el placer de la lectura o el placer de leer a Borges sencillamente porque no tienen acceso, y no por limitaciones mentales sino por limitaciones políticas. Ellos no acceden porque no conviene que se acerquen a esos autores. Sin embargo, alguien que va a un cafecito y se toma un capuchino puede darse el lujo (si quiere) de leer un poema, un cuento o un ensayo de J.L.B. Es decir, la obra de nuestro autor está cada vez más restringida. Desplazada a campos de acción social cada vez más específicos. Probablemente se me diga que el café es el ícono representativo del ambiente intelectual de la ciudad. Sí, lo es. Pero, ¿solamente los intelectuales pueden leer a Borges? La necesaria inserción de un nuevo método de estudio, que incentive a los chicos no a ser mejores y a competir con sus semejantes sino a ser mejores personas y a dar lo mejor de sí para mejorar el mapa social en que vive, incluso en la lectura, es el deber de una clase política coherente y en verdad popular. Mientras tanto sigamos así, el acceso a la obra de Borges (necesaria para entender los intrincados laberintos del alma humana; útil para aprender las riquezas del idioma castellano; imprescindible para fomentar el hábito de la lectura y la escritura) va a seguir siendo custodiada por manos elegidas por su condición de clase, y no por manos que busquen encontrar una ficción para seguir viajando.