Clásico es aquel libro que una nación o un grupo de naciones o el largo tiempo han decidido leer como si en sus páginas todo fuera deliberado, fatal, profundo como el cosmos y capaz de interpretaciones sin término. Previsiblemente, esas decisiones varían. Para los alemanes y austriacos el Fausto es una obra genial; para otros, una de las famosas formas del tedio, como el segundo Paraíso de Milton, o la obra de Rabelais. Libros como el de Job, la Divina Comedia, MacBeth (y, para mí, algunas de las sagas del norte) prometen una larga inmortalidad, pero nada sabemos del porvenir, salvo que diferirá del presente. Una preferencia bien puede ser una superstición.
"Sobre los clásicos", en Otras Inquisiciones
La flecha del tiempo
Hace 4 meses
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