Segunda entrega de esta somera selección de fragmentos de los diálogos entre Borges y Sabato, editado por Orlando Barone en 1976.
Borges: (...) Pero, ¿qué música le interesa a la juventud hoy?
Sabato: La música rock.
B: ¿El estruendo?¿El ruido?
S: No seamos injustos. Se que a usted, en general, no le interesa la música. Pero los Betales son geniales músicos.
B: Creo que sí. Mi sobrino me dijo una vez: vas a oír un disco. ¿Qué es?, le pregunté. No voy a decírtelo, me contestó. Puso el disco y quedé muy enternecido. Eran los Beatles. Si hubiera sabido de antemano me hubiese puesto en guarda. Que es lo que me pasó con los blues, que yo pensé que no me gustaban. Undía, Ulises Petit de Murat me hizo escuchar Saint Louis Blues. Cuando concluyó yo tenía los ojos llenos de lágrimas. "Esto es lo que vos no querías oír", me dijo.
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Borges: Estaba leyendo una biografía de Lincoln, a quien admiro injustamente. En ese libro se contrastan los discursos que pronunciaba en Chicago, en los cuales decía que todos los hombres nacidos en América tenían los mismos derechos. Entonces Lincoln parecía antiesclavista. Pero cuando hablaba en Nueva Orleans decía que todos los hombres tenían iguales derechos, claro que si tiene que coexistir dos razas, decía, la inferior debe estar supeditada a la superior.
Sabato: Es como decir que todos los hombres tienen los mismos derechos cuando tienen los mismo derechos. Lo que es una hermosa tautología.
B: Creo que ningún político puede ser una persona totalmente sincera. Un político está buscando siempre electores y dice lo que esperan que diga. En el caso de un discurso político los que opinan son los oyentes más que el orador. El orador es una especie de espejo o eco de los que los demás piensan. Si no es así, fracasa.
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Sabato: Parece que su destino de escritor estuvo prefijado desde siempre.
Borges: Sí, mi padre me lo dijo. Estábamos en una buena situación económica y me explicó que a él le gustaría que yo fuera escritor. Que para eso leyera y escribiera mucho. Y que sobre todo rompiera mucho, y no tuviera apuro en publicar. Me dijo también que no le mostrara lo que escribiese porque no quería influir sobre mi. Él no creía que las personas fueran educables. Se equivocaba, creo. Hay una sentencia inglesa: "You must take your own mistakes" (...) Por eso, cuando escribí un libro que no me parecía del todo ingenuo, mi padre me dio el dinero para la impresión. Yo quise que él lo leyera y le di un ejemplar, pero nunca me hizo ningún comentario. Con el tiempo descubrí que ese ejemplar que él había guardado tenía correcciones y páginas enteras en tachaduras, y yo aproveché parte de esas indicaciones cuando publiqué mis obras completas, corrigiendo sobre la base del ejemplar de mi padre. Seguí su tendencia, como ésa de suprimir palabras arcaicas.
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Sabato: ¿Para usted sería agradable recibir el premio (Nobel)?
Borges: Sí, me vendría muy bien- Por lo pronto, perdería el puesto de "futuro candidato" que llevo desde hace algunos años (risas). Además está el dinero. Hace cuatro o cinco meses que no cobro mi pensión de profesor de Literatura Inglesa en la facultad porque no he sido confirmado como jubilado. Esto parece una broma, pero en las oficinas me dijeron que si hasta tanto no se confirmara ese dato no debía molestarme ni molestar. Yo creo que no cobraré nunca. Recuerdo, volviendo al premio Nobel, una jugada bastante linda que le hizo Lugones a Manuel Galvez. El mismo Galvez se había postulado para el premio Nobel, entonces Lugones le hizo dar el Segundo Premio Nacional. Algunos le reprocharon a Lugones por haberle dado a Galvez un honor que no merecía pero Lugones lo había hecho con otra intención. Imaginese que quien obtiene solamente el segundo lugar en un país queda descartado ya para el otro premio que era mucho más importante.
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Sabato: Siempre me fascinó la locura. Varias veces fui al altillo ese en que murió Van Gogh, también a la casa de Hölderlin. ¿Qué sabemos sobre la locura? ¿Quién sabe si lo que hemos hecho hasta ahora es, simplemente sobrevalorar la cordura, que a menudo es simple mediocridad? Quién sabe, Borges. Y los sueños, que es lo más profundo que tenemos ¿no son locos?
Borges: Recuerdo un sueño, hace unas noches. Había encontrado un libro inglés del siglo XVII y me decía que era muy lindo haber hallado esa edición, pero después pensé que si estaba soñando al otro día no iba a poder encontrarlo. Entonces me dije, voy a poner el libro en un lugar más seguro y lo puse en un cajón de la biblioteca. ASí iba a poder ubicarlo cuando me despertará.
S (con leve ironía): Un sueño borgeano.
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