Pienso que Mark Twain fue uno de los escritores verdaderamente grandes, pero veo que no se daba cuenta de eso. Pero tal vez, para poder escribir un libro realmente, uno debe ignorarlo. Uno puede trabajar como un esclavo y cambiar cada adjetivo por otro, pero tal vez se pueda escribir mejor dejando los errores. Recuerdo que Bernard Shaw dijo, con respecto al estilo, que un escritor tiene tanto estilo como se lo permita su convicción, y nada más. Shaw creía que la idea de un juego de estilo eran una tontería, sin significado. Pensaba que Bunyan, por ejemplo, era un gran escritor porque estaba convencido de lo que decía. Si un escritor descree de lo que escribe, difícilmente puede esperar que lo crean sus lectores. En este país (Argentina), sin embargo, existe una tendencia a considerar cualquier clase de escritura -especialmente la escritura de poesía- como un juego de estilo. He conocido a muchos poetas de aquí que escriben bien...excelentes cosas, con un espíritu delicado y todo eso, pero si uno habla con ellos solo cuentas historias sucias o hablan de política como lo hace todo el mundo, de modo que su escritura resulta ser una especie de espectáculo de relleno. Habían aprendido a escribir de la misma manera que cualquiera aprendería a jugar al ajedrez o al bridge. En realidad no eran en absoluto poetas ni escritores. Era una treta y un truco que habían aprendido, y lo habían aprendido bien. Lo manejaban al dedillo. Pero casi todos -salvo cuatro o cinco, debo agregar- parecían pensar que la vida no tenía nada poético ni misterioso. Dan todo por hecho. Saben que cuando tienen que escribir...bien, entonces deben ponerse repentinamente tristes o irónicos.
En Confesiones de Escritores: Escritores Latinoamericanos. Los reportajes de The Paris Review, 1995.
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