Consideramos de vital importancia trabajar en esta entrada un punto especial que muchos han dejado de lado en una inverosímil polémica surgida en la revista Ñ. Primero, pasemos al genésis de esa discusión. Hace pocas semanas, el escritor Fabián Casas publicó un ensayo en ese semanario donde daba a sugerir que la literatura de Borges cambió y derivó en lo que hoy conocemos como "borgeano" a partir de una fracaso amoroso con la genial escritora Haydeé Lange a manos de Oliverio Girondo en el año de 1928, tomando como base la biografía de E. Williamson, "Borges. A life", editada en 2005. Esto ocurrió, según se cuenta, en una cena promocionada por una revista y Borges estaba enamorado de Lange. Él la acompañó hasta dicha cena pero volvió solo dado que los encantos de Girondo cautivaron a la muchacha que se quedó con él.
A la semana siguiente, en la misma publicación, Alejandro Vaccaro, sin dudas la persona que más se dedicó a Borges en el mundo, escribió una columna en donde refutaba a Casas, dando a entender que en realidad no existe un hecho paticular por el cual pensar que una mujer, o ese fracaso amoroso, le hizo dar un viraje en su literatura. Fueron varios los hechos por los que Borges pasó como para pensar en un cambio en su literatura. Él da cuenta de uno en especial, cuando el 31 de diciembre de 1939, se golpea la cabeza contra el marco de un espejo, desangrándolo, derivando en una cirujía de urgencia. Tras ese suceso a Borges se le ocurrió uno de sus textos más lograods: "Pierre Menard, autor del Quijote". Con esto Vaccaro quiere darnos a entender que en Borges, los sucesos de su vida son los que lo influencian a hacer literatura. Por consecuencias de ellos, recae en la literatura de la manera en que lo conocemos hoy por hoy.
Desde hace tres sábados, en el correo de lectores de esa misma revista, viene dandose una discusión una muy descabellada discusión entre lectores respecto de cierto psicologismo en la obra de Borges, llegando a decir que él "exaltaba todo lo que desdeñaba" en referencia a su argentineidad (palabra despreciable, por cierto).
¿Cuál puede ser esa vinculación entre estos tres puntos, podría preguntarse cada uno de los visitantes? Casas, Vaccaro y los lectores de Ñ, asumen como dada una posición un tanto rara que es la de posicionar la vida de Borges por encima de la literatura que hizo. Que los sucesos de su historia particular fueron los que hicieron surgir de él una literatura universal. No digo que estas personas olviden la obra que Borges hizo sino que sobre ella buscan un punto para justificar psicológicamente el texto que hizo. El siglo XX ha sido entre otras cosas el siglo del psicoanálisis. No es de extrañar que muchas personas quieran meter en terapia a los textos de Borges como si en ellos fueran a encontrar algun Edipo, alguna Electra, una mujer llamada Haydeé Lange que se va con un tal Girondo, etc.
Nuestro austero blog, en nuestra posición particular piensa que meterse con la vida de Borges para justificar algo como su obra es bastante errado. Desde este mismo lugar nos hemos manifestado en contra de usar el nombre de Borges y su obra (o su vida) para justificar su vida (o su obra). Lo que queremos defender es la obra de Borges situada en la ciudad de Buenos Aires, adornado con los herramentales tecnológicos de la web 2.0 y así darle a una obra de Borges un carácter más moderno y ver cómo estos recursos pueden aplicarse hacia eso. Pero siempre desde la obra de Borges, por lo que expulsamos de lleno un planteamiento psicológico. No es una crítica, sino una realidad: no hay tanto intringulis freudiano en un cuento como "La biblioteca de Babel". En el prólogo a "La invención de Morel" de Bioy Casares, hay una manifestación crítica a los argumentos de las novelas psicologistas. En general, él siempre ha sido crítico de la materia diciendo que era una rama de la literatura fantástica. Borges por sobre todas las cosas, amaba a la literatura. Y no por encima de la psicolgía sino por encima de la vida o de la realidad misma. Todos sus textos, todo lo que quiso hacer, intuimos, fue una tentativa por querer otorgar a la realidad la cuota necesaria de literatura. Es decir, bucear en nuestra vida cotidiana, y ver que en ella también hay literatura como una parte de nosotros. Esa es la intención, asimismo, de nuestro blog. Bucear por esos lugares comunes de esta vasta ciudad y ponernos a preguntar, ya sea en forma ficcional, sobre la posibilidad de un Zahir o de un Aleph. La novela psicologista o de índole realista, le quitaba literatura, lease magia, a esa vida cotidiana al ser solo numeración de hechos, decía Borges. Más allá de nuestra posición (leemos a Joyce, leemos a Balzac, a Flaubert) esa posición particular de Borges es la que queremos defender en este espacio. Ricardo Piglia recuerda que en algun lado nuestro autor decía que la lectura, el acto de leer es un acto de defensa contra la realidad o mismo contra el tiempo. La vida se detiene mientras los hechos de la literatura tengan lugar en nuestra imaginación.
La literatura como una parte escencial de la vida, la literatura como parte anuladora de la vida. La literatura se impone contra los embates de la vida y sobre ella la adorna. Borges busco eso toda la vida. Ese caracter mágico de la obra de Borges sobre la ciudad de Buenos Aires, esa mitologia indeterminada y contemporánea es la que defendemos desde este espacio.
Bioy Casares recuerda en un libro de conversaciones que mantuvo con el periodista Sergio López ("Palabra de Bioy", Emecé, 2001)una anécdota que ilustra este caracter determinante de la literatura en la vida de Borges: cuando fue consultado para una encuesta, una de las preguntas que debía contestar era "¿Cuál fue el primer libro que leyó?",él respondió "The Adventures of Huckleberry Finn" de Mark Twain cuando en realidad había sido "The Adventures of Tom Sawyer" del mismo autor. Cuando Bioy le preguntó porqué dijo eso, Borges le respondió que "Tom Sawyer" no le había gustado tanto, por lo que dijo la otra opción. Es decir, Borges altró un hecho de su pasado solamente para no defraudar a la literatura. No mintió. Quiso salvar la literatura a una pregunta de una encuesta. Esta alteración "es el mejor homenaje que se le puede hacer a la literatura" remata Bioy Casares. Y nosotros también.
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